Aumentaron a 19 el número de ambulancias en la Cruz Roja. |
*Los
ciclos terminan: “el mío en la Cruz Roja está por concluir”
*Una
institución de mucho futuro y de mucha actividad, resalta
*Hay
otras formas de ayudar y de hacer algo por Celaya, enfatiza
A. Pérez
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Lic. Juan Humberto Santoyo Valenzuela. |
Juan Humberto
Santoyo Valenzuela está por concluir su segundo período al frente del Patronato
de la Cruz Roja Mexicana, delegación Celaya. Su deseo y entusiasmo de servir a
los celayenses a través de esta institución, de fines y propósitos humanitarios,
se trasluce en su rostro, en sus palabras y en las actividades que realiza.
Santoyo cree
en los ciclos de la vida. Asume con responsabilidad que su ciclo al frente del
Patronato de la Cruz Roja ya concluyó. Ha comentado con los miembros del
patronato, o con algunos de ellos, que él quiere seguir colaborando, pero desde
otra comisión que le permita, de momento, dedicarle más tiempo a su despacho de
abogado y a su familia, su esposa y sus dos hijas: Carmelita, Georgina y
Estefanía, respectivamente.
Sin presunción
personal, pero sí franco y asumiendo sus carencias y errores, reconoce el
trabajo realizado junto con el Patronato de la Cruz Roja y miembros de la
sociedad, dignificando las instalaciones y creando nuevas áreas de servicios
para las personas de escasos recursos, así como en la reestructuración de la
administración y del cuerpo de socorristas, de los equipos especializados en
urgencias médicas, en rescate y capacitación.
La recepción de la Cruz Roja, delegación Celaya. |
En los dos
períodos al frente de la institución, la Cruz Roja ha logrado apoyos económicos
de la presidencia municipal, tanto de la administración de Rubí Laura López
Silva, como de la actual, que preside Ismael Pérez Ordaz, así como de
empresarios, muchos de ellos anónimos, de instituciones educativas y de la
población en general a través de las colectas anuales.
Comprometido
con todos los benefactores y con el patronato, por un incremento salarial que
se otorgó al personal de nómina, en este período han incrementado los ingresos
propios, a través de cursos y talleres de capacitación que imparten a empresas
de la localidad y de la región, así como por los servicios médicos que otorgan
a la población más necesitada, a quienes se cobra únicamente una cuota de
recuperación; además de los exámenes médicos para las licencias, los cuales se
expiden en las instalaciones de Constituyentes y en el centro comercial
Soriana.
Hoy, cuentan
con nueve ambulancias en buen estado y debidamente equipadas, pero aún son
insuficientes por el crecimiento de la ciudad; se requieren más unidades y una
nueva subdelegación al norte o al noreste de la ciudad, donde el crecimiento
rebasa todos los servicios de seguridad. Esa parte es un polvorín. Esta obra ya
no podrá realizarla él. Ya no le alcanza el tiempo, pero quien siga tendrá que
darle prioridad.
Se dignificaron las áreas de la Cruz Roja, entre ellas la de radiooperadores. |
Otro proyecto
para el sucesor es la construcción de una sala ambulatoria para la atención de
partos, a donde puedan acudir personas de escasos recursos. La Cruz Roja tiene
un predio a un lado de sus actuales instalaciones, en Constituyentes. El predio
no tiene salida a esta avenida, pero si el municipio apoya para una permuta,
podría llegarse a un acuerdo con el dueño, por lo menos para contar con un
acceso amplio.
Además de las
obras materiales, que pudieran ser la parte del brillo de una administración, Juan
Humberto Santoyo Valenzuela cree y vive el espíritu humanitario de la Cruz
Roja. No sólo viste con orgullo las prendas e insignias de la institución;
cuida con entereza la vivencia y la práctica de los principios del movimiento: Humanidad,
Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Voluntariado, Unidad y
Universalidad.
Reconoce que
la Cruz Roja, pese a su labor, tiene sus detractores. En ocasiones por fallas
humanas, por desconocimiento de su operación o por la falta de recursos: cada
servicio cuesta entre 400 y 500 pesos, y el 60 por ciento de las llamadas son
falsas alarmas; sin embargo, el gasto se hace. Hay servicios de ambulancias que
se cobran, como los traslados de enfermos, pero no lo entienden todos, surgen
molestias y reclamos. Lo que no se
cobra, por ningún motivo, son las emergencias, es la función primordial de la
institución, además de apoyar a la población en casos de desastres. El gasto
mensual de la institución asciende a unos 350 mil pesos. La pura colecta anual,
el boteo, dejó este año sólo 319 mil pesos; el resto se obtiene de aportaciones
de empresarios y de las autoridades municipales.
La actividad
de la Cruz Roja, no se limita a emergencias, traslados y capacitación, tiene
diversos programas humanitarios, no explorados del todo o que son menos
conocidos, como el de enlace con los migrantes y sus familias cuando éstos se
extravían o sufren algún percance en el camino. De hecho, este servicio ya se
presta en Celaya, aquí se atiende a los migrantes, se les pone en contacto con
sus familias y se les canaliza a diversas instituciones. Hay mucho que hacer en
la Cruz Roja.
CAMBIO DE
CICLO
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Juan Humberto Santoyo Valenzuela en su despacho de abogado. |
Sentado tras
su escritorio en su despacho de abogado; vestido con esmero, pero sencillez,
platica con interés de su profesión. Le sube el tono rojo de su cara al
confesar que cuando puso su primer despacho quería sentirse importante y le
puso: Despacho de Abogados “Santoyo y Valenzuela”, hoy simplemente es el Lic. Juan Humberto Santoyo Valenzuela.
Aunque no
dejó de hablar de la Cruz Roja y de hacer alusiones a ella cuando la
conversación había tomado el giro personal, profesional y familiar, sí dejó a
un lado ese tema para narrar que al terminar la preparatoria, su padre le dijo:
“Ahora sí, hasta aquí llegué; si quieres seguir estudiando cuentas con mi
bendición, pero yo, económicamente, no puedo”.
Fue así como se
fue a estudiar a la Universidad Autónoma de México, sólo con la bendición de su
papá. El primer día del curso salió de madrugada de Celaya y llegó directo a
clases con su maleta de ropa; al final, ya tarde, se encontró en ese espacio
inmenso, que es la Ciudad Universitaria, sin tener donde pasar la noche. Estaba
sentado en una banca, viendo con miedo cómo anochecía, pero resignado a
quedarse ahí hasta el día siguiente, cuando se apareció un conocido de Apaseo
el Grande, José Leandro Arellano Reséndiz, quien, luego de conocer su situación,
se lo llevó al departamento que rentaba. Estuvo unos días hasta que encontró un
trabajo y lugar donde vivir. De ahí en adelante le ha estado siempre
agradecido. Ahora, ese amigo, es el embajador de México en Venezuela. “Por
cierto –comenta-, lo busqué por teléfono hace unos días. Estaba ocupado: pensé
que ya no se iba a acordar de mí, pero me pidieron el número de teléfono para
que se reportara. Se reportó después y me dijo: ¡cuñado!... Sí se acordó de mí,
porque así nos decíamos”.
Santoyo
acepta que en la vida siempre se cometen errores, pero ha tenido la suerte de
salir adelante, gracias a la ayuda de amigos como Leandro.
Jesús
Humberto nació en Dolores Hidalgo y a los ocho años llegó a Celaya, siempre a
estudiar y a trabajar. Siendo ya profesionistas, en un tiempo se dedicó a traer
artistas, entre ellos a José José, con quien llevó buena relación y hasta unos
whisky’s de echó con él.
Hoy, tiene su
despacho en un lugar bien ubicado de la ciudad. Su especialidad son los asuntos
civiles, más los divorcios, dice en broma.
Ya entrados
en franqueza, aunque no sin dejar de sonrojarse, nos mostró -como dijo López
Portillo: “el orgullo de su nepotismo”-, un video de su hija Estefanía dando el
mensaje de graduación de la generación 2012, de la Universidad de Celaya. Le
salió lo político. Su otra hija es Georgina; su esposa, Carmelita. Una familia
completa, que valora, y reconoce que sólo le han dado satisfacciones. Ante
ellas, siente que no ha respondido como debiera.
Su
preocupación es uno de los ocho hermanos, quien perdió la vista, pero le anima y
admira la filosofía con la que ha tomado la vida. Él es Luis Antonio, muy
conocido por muchos como “El Pepsicolo”. Trabajó en ese empresa, por eso le
dicen así. Perdió la vista ya grande, entró a estudiar en la escuela de
invidentes y ahora se mueve con gran facilidad por la ciudad. Se murió su
esposa de cáncer. Se volvió a casar y está feliz.
LA POLITICA
NO HA SIDO SU FUERTE
La capacitación es uno de los rubros que se fortaleció en este período. |
Como en toda
conversación, si no se habla de política, aunque sea de refilón, no está
completa la plática. Santoyo dice que la política, aunque siempre le ha llamado
la atención, no es su fuerte, pero tampoco le rehúye.
Es militante
del partido Revolucionario Institucional (PRI) desde su juventud. No siempre ha
estado cerca de su partido, pero cuando lo invitan, va. Es o era consejero
municipal –“es o era”, dice-, porque con los cambios ya no se sabe. Desde que estudiaba
en la UNAM trabajó en la delegación de Ixtapalapa, ahí hizo contacto con
militantes de ese partido. Como siempre le ha gustado el deporte, en la
administración municipal de Leopoldo Almanza Mosqueda, éste le encargó la
Unidad Deportiva, con un presupuesto muy limitado, porque así eran en ese
tiempo, pero con el apoyo de algunos ciudadanos lograron mejorarla.
Él dice que
no ha tenido suerte, por eso mejor se dedica a su despacho. “O tal vez no me he
acercado con las personas adecuadas o de la forma adecuada. Pero
definitivamente para eso se requiere dinero”. Le gusta la claridad, la
transparencia de su vida y de sus obras; no es de trato rebuscado, muy respetuoso,
amable, pero no adulador, aunque sí muy agradecido.
Admite que su
partido, hoy tendrá mayores oportunidades de volver a ganar una elección y eso
llama la atención. Habrá muchos que van a buscar contender por algún cargo, lo
que hará más reñida la competencia interna, pero no descarta que llegado el
momento pueda buscar hacer algo, si hay oportunidad. Lo importante es trabajar
mucho por Celaya, donde haya oportunidad, como la Cruz Roja en este momento.
Después ya veremos, porque tampoco le desagrada la idea de buscar alguna
candidatura.
Por lo
pronto, una vez que entregue la Cruz Roja, regresará a su despacho.
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